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viernes, 7 de julio de 2017

Poemas de escritores armenios


“Armenia” de William Saroyan
Me gustaría saber si existe en la tierra
algún poder capaz de destruir esta raza,
esta pequeña comunidad
de gente insignificante,
cuya historia ha llegado a su fin.
Que tuvo numerosas batallas perdidas,
cuyas estructuras se han desmoronado,
Cuya literatura no es digna de ser leída
ni su música de ser oída,
y cuyos ruegos no han sido contestados.
¡Adelante, continúen aniquilando esta raza!
¡Destruyan armenia! ¡Miren si pueden hacerlo!
Sáquenlos de sus casas y envíenlos al desierto!
¡Déjenlos sin comida!
Quemen sus casas e iglesias
Pero luego, miren si no son capaces
De volver a reír.
vean si no vuelven a cantar o a rezar.
Y cuando dos de ellos se encuentren en
cualquier lugar del mundo
vean si no vuelven a crear una nueva Armenia.

Este poema pertenece a William Saroyan (1908-1981), escritor y dramaturgo armenio-estadounidense de gran sensibilidad y trascendencia. Muchas de sus historias se fundaban en experiencias de la infancia entre los agricultores armenio-americanos del Valle de San Joaquín, o trataban el tema del desarraigo del inmigrante y el más general de la condición humana.

“Recuérdenme...” de Mushegh Ishján
Recuérdenme...
Que este inenarrable y luctuoso hecho - el gran crimen- no se cubra de olvido.
Llamaré, llamaré esta noche
a la puerta cerrada de vuestros ensueños,
para que despierten las conciencias ociosas
de su hondo letargo siquiera un momento.
¿No me conocen? ... Yo soy aquel niño hermoso
que exhausto y semidesnudo
en el diserto de Der-El- Zor se durmió un día
y jamás despertó.
No se horroricen de mi esquelética figura,
nunca fui enterrado,
y así deambulé
entre los muertos,
siempre con hambre y sediento.
Por la hambruna mi vientre se fue hinchando
como parte del tambor, tenso y delgado,
y mis piernas, descarnadas,
eran débiles palillos...
Incontables días sin bocado de pan.
mis ojos solo sangre y muerte vieron;
como una cabra sarnosa comí pasto,
y luego ... ni eso.
Los golpes no son lo grave, curar las heridas de la espalda;
tampoco importa el miedo a la muerte;
lo terrible es ver caer al suelo, hambrientos,
pequeños como yo...
No pido adornos ni abrigos de lana,
los esqueletos se ven siempre desnudos;
mas cuando saquen del horno los panecillos calientes,
acuérdense de mi.
A la puerta de todos los hombres,
llamaré, llamaré con insistencia,
para que nunca falte a ningún niño
su pedazo de pan cada jornada.

Mushegh Ishján, nació en 1913 en Sivrihisar (Armenia Occidental). Conoció desde niño la amargura de la vida en los caminos des deportaciones. Estudió en la escuela Armenia de Damasco, en el Instituto Melkonian de Chipre y en el Colegio Haigazian de Beirut.
Este poema forma parte del libro Las montañas doloridas. 21 poetas armenios editado en Buenos Aires en el año 2003.

“LE DIREMOS A DIOS” (Escrito en 1917) de Vahan Tekeyan

Si ocurriera que no pudiésemos soportar
esta despareja lucha y drenados
de fuerzas y agonizantes
cayéramos al suelo de la muerte para no levantarnos
y el gran crimen terminase
con los últimos ojos Armenios
cerrándose sin ver un día victorioso,
déjanos jurar que cuando encontremos
a Dios en su paraíso ofreciendo consuelo
para enmendar nuestra pena,
déjanos jurar que rehusaremos
diciendo No, envíanos de vuelta al infierno.
Elegimos el infierno. Me hiciste conocerlo bien.
Conserva tu paraíso para los Turcos.

Vahan Tekeyan (1878 – 1945), el único poeta mayor que sobrevivió a la masacre del 24 de abril de 1915, se encontraba casualmente en Jerusalén en el momento de los arrestos masivos. Salvó su vida de ese modo y vivió exilado en Egipto hasta su muerte.

“LA LENGUA ARMENIA ES EL HOGAR DE LOS ARMENIOS” de Moushegh Ishkhan

La lengua armenia es el hogar de los armenios
La lengua armenia es el hogar
y refugio donde el errante puede poseer
techo y pared y nutrientes cuidados.
Él puede entrar para encontrar amor y orgullo,
encerrando a la hiena y a la tormenta afuera.
Por siglos sus arquitectos han trabajado duro
para darle a sus techos altura.
Cuántos campesinos trabajando
día y noche han mantenido
sus aparadores llenos, sus lámparas encendidas,
sus hornos calientes.
Siempre rejuvenecida, siempre vieja, dura
siglo a siglo sobre el sendero
en el cual todo Armenio puede encontrarla cuando esté
                                                                          [perdido
en la tierra salvaje de su futuro, de su pasado.


Moushegh Ishkhan (1913 – 1990). Huérfano de ambos padres a los 2 años, es otra consecuencia del Genocidio Armenio: los que pasaron a vivir en el exilio. Ishkhan fue criado en Beirut, Líbano.

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